Había una vez una flor, tan bonita como el jazmín
Era pequeña y taciturna
Jugaba con el rocío de la mañana
Aguardaba a brotar, como todas las demás
Y su delgado tallo, mostraba aún inmaduro para poder
sostenerla
En su capullo, se resguardaba
Y los pétalos frágiles, uno a uno, con el paso del tiempo
Se marchitaban.