Casa del Muffin

Este es un pequeño espacio personal, mi asilo mental; lo compartiré con ustedes, disfruten con un muffin en mano y una rica taza de té (:

sábado, 16 de marzo de 2013

Pisando el "fondo"

Hoy quiero compartir un pensamiento, que vagando por los rincones de mi pensamiento, me ha venido casi de la nada.

Muchas personas cercanas, a quienes aprecio de sobremanera, se han acercado a mi, en situaciones desalentadoras. Que impotencia no poder ayudarles y sanar sus corazones, ojalá las palabras correctas llegaran como una bala a mi cabeza, y sin nudos ni escalas llegaran a mi boca, y sirvieran para consolar sus penas, penas que una a una al contarlas, marchen fuera de sus cuerpos y no volvieran.
 Ojalá con escucharlos, pudiera hacer más ligera su carga, y me dieran de ellos todo lo que les disgusta, les preocupa, lo que odian y más aborrecen; para que no tengan que soportarlo un día más. 

Ojalá fuera un recipiente vació, para que el contenido adecuado les sea de utilidad.

Eso me ha hecho pensar, que yo también me he sentido así en muchas veces anteriormente, de hecho, hasta hace poco sentía lo mismo. Entonces ¿Qué cambió?

Es una situación difícil de escribir, pero seguramente todos hemos pasado por algún momento complicado y sabrán de que hablo, las palabras no son, no abarcan, ni mínimamente estos sentimientos humanos.

Hasta hace poco, me sentía en una situación similar, sentía, que estaba cayendo. Hasta el fondo. Otra vez.

Sin embargo, de alguna manera inesperada, casi como con un parpadeo, ahora me siento en calma. Resulta, que eso que sentía, la caída, era en efecto real, porque lo vivía y habitaba en todo lo que me rodeaba, lo respiraba. Lo lloraba. Y esa caída, ha llevado años, casi como si fuera una eternidad, como si el fondo no existiera siquiera, porque por más que bajas y bajas, el fondo no parece llegar, hasta te olvidas de la altura de la que has caído, la distancia recorrida por tu alma en vertical hacia abajo, en qué punto te encuentras en esa historia insegura e incluso, pierdes perspectiva de que sigues cayendo.

 Y resulta también, que en medio de un momento inadecuado, el fondo ya se veía venir; hasta sentía que lo deseaba, por el hecho de pisar al fin, algo que fuese firme.

Y resulta también, que ese suelo firme, no me cayó nada mal. De hecho, sentía que al fin tenía los pies en la tierra. 

No era en realidad el fondo. Era el mundo real del que nunca quise participar. Era la lucidez de la que rehuí tantos años. Era la caída de un mundo irreal e ideal, al mundo terrenal. Era estar en cuerpo y mente, después de mucho tiempo, en el mundo real. 

Vaya si antes hubiera notado que vivía con tanto idealismo. Y es que, aveces lo necesitamos, porque nos hace sentir más ligeros, y qué fácil para el humano es irse elevando cuando está ligero. En cambio, cuando vives en el mundo real, todo te pesa, y los pies los mantienes tan pegados a la tierra, casi tanto como el resto de tu cuerpo. A veces lo necesitamos, pero abusamos de él, está bien para descomprimir tu cuerpo de la tierra y dejar sobre él sólo plantados los pies.

Creo, sin afán de ofender, que muchos han vivido también con muchos idealismos, de quien les ama, de quien los cuida, cómo les cuidan, de quien les dice que está bien como son, y aprueban cada molécula que conforma a su ser... A pesar de esto, somos responsables del idealismo o realismo con el que nutramos a nuestro cuerpo.

Espero, como el mejor de los deseos, que todos aquellos a quienes aprecio, terminen de caer, no a manera de tocar fondo, porque no es ningún agujero en nuestras vidas. Espero que pisen con pies firmes, sin dudar de ellos, el suelo.