Casa del Muffin

Este es un pequeño espacio personal, mi asilo mental; lo compartiré con ustedes, disfruten con un muffin en mano y una rica taza de té (:

sábado, 27 de diciembre de 2014

Otoño

Vio las flores decaer después de muchos meses,
notó que algo cambiaba.
Al terminar el verano
me desnudó de mi follaje
yacían mis hojas todas sobre el piso;
y contempló mis ramas secas, a la luz de la Luna.
-Tus raíces- dijo -así torcidas son hermosas-.
-Debo saber qué tan profundo llegan-.
Y se adentró a averiguarlo.


lunes, 15 de diciembre de 2014

Algún día es ningún día

Algún día es ningún día
La mayoría de los días no ocurría nada sustancial.
Yo intentaba darle a todos su peso,
el mínimo de impacto
para que valiera la pena dar al siguiente, el siguiente paso.
Así un día escribía un poema o una carta.
Al siguiente leía 20 páginas de aquél libro inacabable.
Al otro dibujaba a la chica de ojos tristes y sonrisa torcida.
Luego tirar todo y poner.
Luego hacer y deshacer.
Romper, construir.
Tomar, beber.
Salir, comprar.
Vernos, hablarle.
Correr, alzar.
¡Más rápido
Más intenso!
Intenso
Intenso…
Así mis días se volvieron pesados, tediosos…
A las 3 de la mañana a la luz del computador
Con la mirada cansada y las palabras fallidas
Trato una vez más
Escribir escribir
Otra hoja de la historia interminable
a la que no he decidido decirle qué rumbo tomar;
pero escribe ¡Escribe!
Acumula palabras, y quizá, con el tiempo, algo tome sentido.
Y continúo por aquí
Y le continúo por allá
Y entre ellas no hay continuidad.
Algún día, quizá, con el tiempo, algo tome sentido
Algún día es ningún día.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Yo no soy un error

No, yo no soy un error.
Yo soy la piedra con la que tropiezas de camino a casa, cuando intentas ponerte a salvo, y entonces recuerdas que vas en el camino y que hay un lugar en el que ponerte a salvo. Yo soy un viento que atraviesa con furia la ventana, y despeina todos los cabellos de tu cuerpo. Y entonces recuerdas que aunque cerraste la puerta, entran sorpresas por la ventana. Yo soy el motivo del hartazgo tras un día cansado, y  la bandera de tregua al final que elevas al cielo, te recuerda que aún en esos días, a pesar de todo, hay descanso. Yo soy la voz que pronuncias a solas cuando quieres nombrar tus sombras, y entonces recuerdas que aún detrás, hay luz que te ilumina. Soy el bocado de culpa que queda en el plato, y entonces recuerdas que estabas lleno y no lo necesitas. La última calada de aquél último cigarro, y entonces recuerdas la finitud de tus vicios. El billete en tu bolso, no gastado en ese gusto; porque pensaste que podrías comprar algo mejor. La llama que quemó tu mano cuando intentaste apagar el fuego, y entonces recordaste que aún había furor, la mala noticia que te hizo apreciar las trivialidades de la vida, la carta a destiempo que te hizo recordar que los segundos pasan. El pretexto que usas para pedir disculpas, y te das cuenta que aún hay perdón. Los versos que no pueden retenerse en tu boca, aunque sabes, que son mala poesía, pero salían así, defectuosos de tu alma. Soy el signo de interrogación a los cómo y para qué, y entonces entiendes que aún hay muchas, muchas respuestas, pero hacía falta preguntar por ellas.
No soy ni tu error, ni tu acierto. Como verás yo soy la piedra, el viento, el hartazgo, la voz, el bocado, el cigarro, el billete, la llama, la noticia, la carta, el pretexto, los versos, las preguntas.

. . .La ingratitud de la Luna que aún en su claro, te trae melancolía.

domingo, 16 de noviembre de 2014

En la habitación

Pensé entonces en cuántas oportunidades he saboteado en mi vida, en cuántos momentos que hubieran cambiado mi historia pudieron pasar, y no ocurrieron por temor a las consecuencias. Me quedé paralizado de pensarlo, hubiera deseado actuar más. Me abandoné a esperar un momento que quizá nunca iba a llegar. Percibí la habitación más oscura, no pude de hecho diferenciar ningún objeto, distinguir siquiera si tenía los ojos abiertos o cerrados. Mis miembros, tampoco sabía en qué posición estaban, un leve movimiento en el pie me hizo recordar apenas que tenía uno; moví el otro y lo ubiqué en mi propio cuerpo, pero mis manos, no me atreví a descubrir dónde estaban, donde quiera que fuese ahí estaban bien, no sentirlas me tranquilizaba. Por el momento era sólo mi mente ese yo. El silencio, absoluto como era, presionaba mis oídos. Me encontré a mí mismo en la indescriptible sensación de pedirme perdón. Me disculpaba de ser yo mismo. -Miserable- dijo mi otra voz, no a modo de compadecerme, sino de reprocharme. En definitiva me negaba a sentir compasión de mí mismo, eso me pareció siempre, cosa de perdedores, aceptarme fracasado no era opción. Sin embargo seguía ahí sin moverme, con temor de mi propio cuerpo, escondiéndome de mí mismo en la oscuridad.

¿Dónde?

Cansada estoy de buscarte
sin encontrarte
de ver tu silueta en cada parte
de que mis muros se extrañen de tu ausencia
y los muebles respiren aún tu esencia.
Hemos visto la misma Luna varias veces
desde puntos tan lejanos, tan distantes.
¿Eres tu el oscuro caminante?
¿Eres tú la sombra bajo mi ventana?
¿Estás en el viento en la mañana?

Puedo ver el reloj correr
presurosas sus horas
y como cada hora está llena de ti
como en mi vida
ya nada sobra.

¿Quién quiere una parte del mundo?

¿Quién quiere una parte del mundo
para permanecer seguro
y encerrarse bajo candado
del júbilo de extraños?
¿Quién quiere una parte del mundo
que posea por completo
y deje a su hermano
ahogarse en su reflejo?
¿Quién quiere una parte del mundo
para reservar con recelo
para romper en llanto
y ocultar el canto?
¿Quién quiere quedarse solo
y estando solos, no estar consigo,
sin otros en el mundo
quién quiere permanecer seguro?

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Qué hago ahora?

Degusto los besos de tu boca, que me quedan tras la ausencia.
Las palabras que le hablan a mi piel resuenan aún en ecos, se albergan poro tras poro,
me gritan, me llaman por mi nombre, su voz se distorsiona hasta volverse irreconocible.
Y en la habitación la melodía que jamás sonó, no deja de tocarme.

Entonces heme ahora aquí 
cuestionando a la noche, acerca de cosas del amor
Y le pido una palabra
que me haga retener tu imagen
y vivir tu recuerdo.
Que me tome y me libre del mar de las dudas
Que cubra mi cuerpo de estraza
del viento frío del invierno
que congela mis pasos
y los manda de regreso
de regreso a casa, bajo la colcha.

Allí un poema que jamás se escribió 
me es susurrado bajo el anonimato de las sombras.
Cometí el error de dejar de escucharle entre sueños 
y poner en su boca mis palabras.
Cometí el error de dejar que se escurriera entre mi pelo, 
y permitir que humedeciera mi alma.
Debí decirle “vete” 
cuando podía abandonarme sin que mi importara.
Debí decirle “quédate” 
sin miedo a cortar mi lengua con mis ganas.

Hubo un momento en que todas las cosas fueron relevantes y volaban sobre mi cabeza, me picaban buscándome, pidiendo que saliera, que saliera a volar con ellas. 

Y yo les dije, desde mi prudencia: <<esperemos a que salga el sol y se asiente el sereno de la mañana. Podremos disfrutar así de la luz del día.>>

Entonces no sabía lo que era estar a estas horas, acompañando en su marcha a la madrugada, velando ilusiones ajenas, mientras las mías se encaminan a matarse una tras otra, como los segundos del reloj, viviendo su muerte, muriendo sus vidas.

La melodía se posa aún, decide posarse  en la cama y hacerme compañía, decide tocarme y hundirse en mi almohada, me busca la cara, la mirada. Me busca y pide entrar. Viene cortés a mí y le acepto. Espero entonces que no pare, que pueda escucharle. 
 Ahora me dice: <<Nunca has sabido, qué es esto sin la duda.>>
 Y la noche le acompaña en su defensa: <<Es cierto, no has sabido vivirlo sin matarte, a cada respiro, a cada sueño.>> Y prosigue en su lascivo discurso: <<No has sabido morirle sin vivirte, justo cuando se escapa, justo cuando se diluye en el viento, justo en ese momento, despiertas>>
Noche, le digo yo <<dime ¿qué hago ahora?>>.

jueves, 4 de septiembre de 2014

La Guerra

¿Escapamos entonces con vida?
¿Perdimos o ganamos la batalla?
Hago el recuento, hay ciento de heridos, decenas de muertos.

¡Vaya! ¡Y no se ha derramado ni una gota!
La sangre no fluyó nunca
Pero se congeló, bajo mi piel, en mis venas.

Entonces los cañones sonaron y vino a darse todo esto
No sabía entonces que estaba parada en un campo de guerra.
Corrimos, sí corrimos! Admitimos que tuvimos miedo.
Entonces vimos de cara a la muerte
Y era más pequeña de lo que parecía.
Y mis tropas decidieron desfilar hacia el frente, a la acción, a la batalla.
Aún con sus armas improvisadas
Aún sin sus defensas
Lo importante era estar ahí. ¡Luchar!
Lo importante era acecharle ¡tomarle!
Pero no queríamos matarlo, no, de eso nada. 
Nos paralizamos frente a frente
Nos deshicimos uno al otro
Con silencios, con miradas.

Al paso del tiempo uno a uno iban cayendo
De su bando, de mi bando.

Y volvemos al momento presente

¿Ganamos o perdimos la batalla?
Aún sigue el recuento de heridas.


Son las cuatro de la mañana
Les espero a ambas
la duda y el miedo
El miedo acaricia mi pelo
La duda susurra a mi oído
Entonces sutilmente se meten a la cama
se deslizan bajo las colchas
y como si fuera a huir de su yugo, me abrazan.

La duda

Una duda
Una duda callada, una voz hecha silencio
Un eco que no termina de reproducirse
Una voz que no termina de escucharse
¡Calla!
No escuches, y mira
Mira, no juzgues, sólo abraza
Ya llegará el momento de lamentarnos
Pero ahora
¡Siente!
Detente a la par de los segundos, avanza detrás de ellos a paso lento.
Siéntate a lado de la sombra.
Sé como el viento, ligero ahora.
Y si se escapa...
¿Y si se escapa?
Y si salió corriendo en lo que escribía éstos fragmentos
Entonces ¿qué estabas viendo?
¡Voltea!
¿Está aún allí?¿Aquí?
¿Dónde estás parada?...

¿Ahora a dónde vamos?...
Otra duda... calla....

La trago, me asfixia. Digiérela.
Aún no se sacia tu vacío...
Come... hay más de donde vino esa, es como un manantial, emanan, de la tierra, de las rocas, en el agujero bajo mis pies, debajo de mis poros, emanan. Me humedecen la piel, me refrescan, no me dejan seca ni un segundo.

Y nado ahora entre ellas.

Estás en un mar... ¿él construyó siquiera una balsa? ¿Pensaba nadar?

¿Dónde está ahora? ¿Y mi horizonte?

Mi pecho no deja de oprimirse, mi voz de romperse.

Nada ¡NADA!

Ahora... intentaré salvarme, o no salvarme? Aguarda... esperabas a ser salvada?

¿Cuándo me alejé de la orilla? ¿Lo tenías esperado?

Cuando anochezca, esperaré una estrella, una Luna, un faro... Prepárate a nadar entre tinieblas.

Entre susurros me impulso... nada se extingue, nunca la duda.

Pienso...

Y pienso en las cosas que voy perdiendo
y los pasos que dejan huella en la memoria
y en la arena antes de sucumbir al peso de mis pies.

Pienso en la primera vez que me animé a tomar frente a otros
y le dije a la niña interna: no nos hará daño, estarás bien.

Pienso en la primera vez que compartí una cama
y mis sueños ocurrían a la par de un extraño
y del amor que estaba ausente
y le dije: aprenderemos a amar, a amarnos.

Pienso en el primer beso robado, y en el segundo
y me dije: tuvimos mucho tiempo conservándolo

Pienso en el primer intento fallido de aliar mi vida a la de otro humano
y de sincronizar mis sueños y digo ¿cuántos años han pasado?

Pienso en el amor que no conozco
Pienso en las experiencias que en otros no fueron
Pienso en los ideales sobre los cuáles he y han pasado

Pienso, lo hago, lo vivo en mi piel

Pienso en los motivos que me llevaron
y luego los motivos por los que permanecí
pienso en los motivos de por qué huyo
y luego en los motivos por los que me sobreviví

¿Será que he derribado mis murallas
o me conformo con tan poco?
¿O sólo he decidido ver lo que siempre ha estado frente de mí?

Pienso en el coraje reunido
en llamar las cosas por su nombre
y quedarme sin disfraz
sin velos
y salir al mundo
sin nudos
desnudo.

lunes, 30 de junio de 2014



Mi babushka está enojada

Reservada del mundo, viviendo de la ironía que cabe en boca de pocos

está en rincones amargos, oídos de historias lúdicas y lamentos

Está detrás de ventanas cerradas que encierran el vapor de su cuerpo

Pasos y más pasos que se oyen a lo lejos.

Una, dos, tres, cuatro horas, infinitas horas, una tras otra con calma, con prisa

Es indiferente cuál va delante y cuál detrás

Come migajas de las horas que pasa sentada en ese rincón

Traga la luz de las sombras que pasan rodeando ese rincón

Somete a juicio las voces de ecos que aúllan en ese rincón

Comete crímenes de amor, sola, en ese rincón.

Desnudos



El telón de nuevo sube, delante de nosotros un hombre juega el rol que le corresponde, ha estado allí desde que tienes memoria y antes de que nacieras, y estará probablemente cuando tú te marches de escena. Lo ves desenvolverse muy bien acto tras acto, si está con ellos o si está con ellas; se adapta, improvisa siempre; le hará falta si quiere seguir siendo llamado a ocupar un papel estelar hasta que acabe la función.

Y tú te quedas absorto, es la obra que se presenta todos los días, por alguna razón la has visto cientos, miles de veces, y la sigues viendo esperando que aparezca algo nuevo, esperando que se presente algo más. Ese que está arriba se encuentra acompañado todo el tiempo, sin embargo algo por dentro te dice que está solo, y en su soledad se hace fraterno. Allá arriba se presenta un colectivo de soledades. Soliloquios todo el tiempo. Vestuarios para cada cuadro, máscaras según la ocasión. Ese allá arriba es “el otro”; ese también eres tú.

Para un tal Paz nadie juega fuera de la obra, para mí él tampoco lo está.

¿Quién nos asegura que logramos ver a través del artífice? Cuando la faceta está encarnada ¿cómo distinguir un rostro desnudo? No importa qué tan cercano sea el otro, nunca podrá por su experiencia traspasar hasta la nuestra. Pero eso no nos anula entre nosotros. Estamos con un pie en cada cuadro, el propio y el de los otros.

Una voz resuena, no identificas si viene desde adentro o desde afuera: “¿Y por qué no mostrarnos?” Nos hemos hecho a la idea de que los demás no soportarían nuestra cruda franqueza, y es mejor mantenernos en un enigmático misterio, a una repulsiva sobriedad. Un eco mudo.

Tercera llamada, nueva función, se anuncia “desnudos” y despierta el interés común, el público reprocha desde antes la falta de recato. Desnudo sin máscaras, desnudos sin velo, desnudos sin nudos, desnudos.

Allí van y muestran sus miedos, sus ansias, sus poros abiertos, fracasos en cada pliegue de su cuerpo, ilusiones que dan risa, obran como si los otros no existieran, pero son al fin ellos mismos..

Algunos observan extasiados, sonrojados, unos más suben a escena y se despojan también de su disfraz. No son los primeros en intentarlo ni tampoco los últimos, la obra está siempre inacabada, y así podrían exponerse todos a los reflectores los que quieren dejar de mentirse, como podrían no querer hacerlo ninguno nunca, estamos siempre en escena, arriba o abajo, es cuestión de perspectivas.

martes, 29 de abril de 2014

Retrato



Su cuerpo estaba hecho a imagen y semejanza de lo divino. Pero quiero decir que yo nunca vi eso, yo no vi la perfección en su silueta, yo no vi la perfección en sus manos, yo no vi la perfección en sus ojos. Yo vi allí parado a un hombre, con sus miedos y ansias brotando a cada poro, yo vi fracasos en cada pliegue de su piel, yo vi las manchas y las huellas que la edad le había dejado, yo vi horrores en su carne, lo vi mortal, lo vi humano. No necesitaba mentirme y elevarlo al grado de un Dios, él era todo menos perfecto. Él era quien era sin complacencias, él sabía que era quien había sido y quien siempre pretendió ser y nunca logró. Y yo no quería retratarlo fielmente como era tampoco, eso era tan suyo que nunca podría tomarlo.

Me limité a asombrarme de cada desperfecto, y que mi mano imitara mi asombro. Todos aman sus virtudes ¿Pero quién no ama lo bueno? Nadie se atrevió a ver de frente la cara de la debilidad sin hacerlo menos, sin mostrarle lástima u horror.

Mientras, él sigue parado esperando verse a sí mismo por mi retrato. Yo le haré ver lo por lo que el mundo lo desprecia, quiero que sepa que a mí no me horroriza; quiero que vea sus miedos, a mi no me paralizan, quiero que vea sus ansias, a mi no me acongojan, quiero que se vea en su propia piel sin hacerse menos, quiero que no desprecie su carne, que no se mienta ni oculte sus anomalías ni lo que lo hace torcido. Mortal y humano lo quiero.

martes, 15 de abril de 2014

Corres amor, te alejas de mi mirada
Vas a dónde mis brazos no te alcanzan
Huyes de mis palabras, huyes de los susurros que te mando en el viento
Se congelan mis pasos conforme me acerco.

Estás ahí, distante, sobrio de amor.

Mantienes oculto en sombras las memorias
de los días que más quería.
Juzgas mi alma y te apartas, 
retiras la mirada
Dominabas los temas que mi cuerpo requería.

Te llevas los restos de mi fortaleza sin piedad
Estoy desprotegida.

¿A quién recurriré esta noche mientras cae el día?

Corres cariño, como si nada te importara
Vienes y reclamas tu amor, lo quieres de vuelta.
Caminas cariño de nuevo a las sombras.
Dejas desierto este lugar con marcas de siluetas.

¿Son tus pasos los que se oyen lejanos?
Ahora sólo se ven pisadas donde antes había raíces.
Se consume el otoño, y tu distante.
Brota el veneno con nuevos matices.

También dejó de llover desde que te has ido
Se secó la tierra, nada florece ya aquí, todo perece.
Hasta mis murmullos en el viento se secaron
Y crecen las grietas donde estuvieron tus manos.

Y la Luna que te mira en el horizonte
Cubre tus palabras con sello de plata
Y sabe que no estarás de vuelta

Porque corres amor, huyes de casa

jueves, 23 de enero de 2014

Cotidiano

Hoy mientras caminaba de regreso a casa, escuché una hermosa melodía, era el soundtrack de mi caminar, de mi pensar, de mi instante en el espacio tiempo mientras se escribe la historia; la historia del mundo. Caminé más lento, me detuve, tuve que hacerlo. Miré al otro lado de la calle. De mi lado hay un largo muro. No veo más que la cotidianidad. Sigo. Sigue. Me detengo. Sigue. Volteo otra vez. Ahí hay una ventana abierta, con una luz encendida, el cuarto es verde, y no hay nadie, pero de ahí viene el sonido de un violín. Miro detenidamente, atenta a que algo aparezca, me escondo detrás del árbol aunque el mundo aún puede verme. Se asoma por ahí, con su instrumento toca, no distingo quién a quién. Nunca voltea. Pero es agradable a la vista, es un hombre, de cabello largo. Veo reflejado en él los amores de mi vida, y los no amores también. Es la pieza sin rostro que siempre repito, el anhelo que nunca se cumple. Él arriba recrea música, yo espío desde abajo, detrás de un árbol. Desaparece del marco de la ventana. Escucho una vez más antes de continuar mi marcha, de regreso a casa, donde el mundo no tocará para mí.


miércoles, 15 de enero de 2014

Alma eterna

Eres alma eterna,
canción errante y taciturna.

Giras por el lado 
más acabado de la vida.
Juegas a tocar tristes baladas
y bailas sonriente bajo la lluvia.

La neblina se escabulle entre las blancas piedras.

Miras, ingrata. 
del otro lado del que giras.

Las lágrimas resbalan por tus moradas mejillas.

Bebes, corazón
de aquél otro que te embriaga,
del que te enamora cuanto desconoces
E ignoras el que a lado tuyo te ama.

Despierta amor

Despierta amor a esta fría mañana,
cúbrete con las hojas del otoño
Observa las siluetas que ayer no viste,
por fijar tu mirada sólo en una.
Escucha a las aves venir y recitar
una oda a los cantos placenteros.
Sumérjeme otra vez 
en esas turbulentas aguas
donde acaba mi mundo
y comienza el Universo.
Detén el tiempo,
bajo cualquier pretexto
y quédate esta mañana amor.
Toca el día, abrázalo en su devenir,
impaciente, sordo a tus súplicas, siempre perecedero.
Toma amor, esto que te brindo ahora,
el instante efímero
en que se cruzan tus sueños con mis sueños.

martes, 7 de enero de 2014

Eso

Incluso eso que ahora me falta, 
eso también me hace sentir completa