Casa del Muffin

Este es un pequeño espacio personal, mi asilo mental; lo compartiré con ustedes, disfruten con un muffin en mano y una rica taza de té (:

lunes, 21 de enero de 2013

Mutar: perfeccionismo

      El motivo de esta entrada es aún para mí desconocido, y tiene el propósito de ser herramienta para romper las trabas que pongo al momento de expresarme. Dejaré que el tema que lo aborde fluya solo. Es más, me ha dado una idea de por dónde comenzar.

EL PERFECCIONISMO
Es para mí desde hace tiempo, motivo de frustraciones e incontables historias que hubieran podido acabar bien, de no ser por estar esperando siempre que sea "el momento" adecuado, o que "esté listo". Tengo la iniciativa de acabar con la práctica de "pensar tanto" antes de actuar, y que al no poder definir esa "idea" o "plan perfecto", me quede sólo en la primera etapa. Pensar.

Así que dejemos de ser tan perfeccionistas, acabemos con este defecto de generaciones y vayamos fuera de nuestra zona de confort, quizás algo nuevo nos espera allá del otro lado, donde nunca pensamos cruzar.

Atrevámonos a equivocarnos, incluso a propósito, para dejar salir ese impulso que quiere salir, por el mismo deseo de "querer" y no "deber". De hecho, este tema quiero abordarlo más adelante. ¡Anótenlo en la agenda!

Honremos lo defectos y errores, haciendo sentido útil de ellos, convirtiéndolos en parte de nuestra persona, no por el hecho de querer "destacar" o ser "diferente" para hacernos notar entre los demás, sino para crecer nosotros mismos. ¡Usándolos porque los necesitamos y no porque necesito algo para ser único entre  los demás!

Basta de las manías, de ser tan pulcros, de querer convertirnos en máquinas del universo.

Aquel que pretende no errar en cada paso que da y pretende ser el molde, no tiene nada que aportarle al mundo. Mas que frivolidad en su estado más puro.

¡Déjemos que el mundo disfrute de la diversidad!

Y esta no podría ser una entrada mía, sin al menos una anécdota, o a grandes rasgos mi experiencia con esta idea.

" Desde que soy pequeña, muy pequeña, me han enseñado a hacer las cosas como se deben hacer, por lo cual, crecí bajo un modelo algo represivo de hacer lo que es correcto. Conforme fui creciendo, hice de ese pensamiento parte de mi vida, lo volví completamente mío, sin inconformarme ante nada, porque creía que era lo correcto. La idea de hacer lo correcto me hizo muchas veces hacer cosas en las que ni siquiera creía, pero que eran parte del deber, una concepción que se genera a partir de la moral pero estaba fuera de mi conocimiento, por lo cual me esforzaba en no sólo hacerlo bien, sino actuar y generar un resultado perfecto, en todo el sentido que para mí a lo largo de mi vida tuvo esa palabra <<perfecto>>.

Mostrar las calificaciones perfectas, impecables en cada boleta, para esto, entregar los trabajos más perfectos y mejor elaborados, aunque me desvelara haciéndolo o no supiera siquiera cómo realizarlos, dejando de lado mis deseos y poniendo cada vez más decadente mi estado físico.  Sacrificar mi lado emocional, por mostrar los sentimientos perfectos en la situación correcta, si no debes llorar, entonces no lo hagas, si no debes enojarte entonces tampoco lo hagas. Todo se volvió un mundo cuadrado reducido a las opiniones de los demás. Todo en mi plano laboral se volvió tan perfecto, de pies a cabeza que parecía ser mentira,y lo fue.

Pues comencé a construir un edificio grande con mucho esmero, teniendo especial cuidado en cada paso para no equivocarme, en el cual avanzaba de maravilla, cada vez conseguía realizar un nuevo proyecto si conocimientos previos para el cual me había obligado a aprender con tal de conseguirlo, hacía sacrificios cada vez más significativos de tiempo, amigos, físicos y emocionales, de los cuales que no me di cuenta que los puse por debajo. La base se estaba desgastando. E inevitablemente hizo que mi trabajo se viniera abajo.

Es curioso porque nunca terminé de sentirme satisfecha ante las cosas que los demás consideraban que eran éxitos o logros, porque una vez que salía de esos problemas consideraba ya que era un milagro. Cada vez que miraba atrás a ver el resultado la reacción era la misma, inconformidad a pesar de que me hubiera costado tanto. Y es que buscaba siempre algo que jamás iba a encontrar, que fuera perfecto, pero ante los ojos de los demás, por eso al final lo valoraba como nada.

He evitado errores en el transcurso y por tanto evitado también aprender las lecciones, algunas de las cuales se han retrasado mucho y creo, cobrarán algo caro en el futuro. Los errores son necesidad.

A la sociedad no le importa inculcar el sentido de perfección a un niño, porque no le seguirán la pista al menos de que algo extraordinario ocurra con él, que termine en la cima con un brillo triunfante o en el abismo de una manera trágica e impactante. No nos enseñan a valorar los defectos tanto como las virtudes, ni cómo reaccionar ante el fracaso, porque al menos en mi caso, el fracaso nunca fue una opción. Están criando a los futuros neuróticos del mañana.

El 'destino' lo regimos nosotros con acciones de día a día, no pretendamos crear un molde en el cual tengamos que entrar todos, y atormentar o denigrar al que no entre en él. La perfección no existe, existen maneras de hacer las cosas y resultados con pro's y contras.
Aceptemos que somos seres imperfectos, actuemos y sigamos el camino en el cual creamos, tomémoslo como seres humanos, con capacidad de sentir, pensar, decidir y actuar."








sábado, 19 de enero de 2013

Tokio Blues

Quiero empezar haciendo una recomendación de esta novela, del escritor japonés Haruki Murakami.
 
Dado que esta noche algo se me ha movido por dentro, no contendré mis palabras y quizás mi manera de "hablar" o más bien de escribir, cambie un poco.

Alguna vez han leído o visto alguna película, serie o novela que les deje con una inmensa sensación de vacío por dentro? Donde la vida cobra y pierde el siginificado con el sólo pasar de uná página.

Esta sensación entre amargura, soledad y renovacíon se ha abierto a mi esta misma noche, un sabor que tengo tan fresco en la lengua, como las frases que hicieron volcar mi corazón. Algunas eran tan atinadas que me asombraba encontrarlas plasmadas en un papel, de una persona cuya alma se encuentra del otro lado del mundo, desde donde nace el sol.

Murakami, ¡Qué noches me has hecho pasar! Ojalá pudiera repetirlas todas como un círculo vicioso, interminable, que se detiene sólo para reflexionar dónde se ubica en el mundo, y al no comprender, decide no perder el tiempo y sigue. Sigue.
 
Todos los personajes, en especial Watanabe, Naoko y Reiko me han dejada marcada, el amor casi inhumano entre éstos dos primeros ( quizás disfrazado de sentimientos de culpa y responsabilidad), marcado por una tragedia que lo vuelve una fantasía imposible. El amor, desamor, deseo sexual y muerte se funden en la vida de los dos. La complicidad de Reiko, que alegra su transtornada realidad, en un sanatorio donde se está aislado del mundo real, cuando lo imperfecto teme al rechazo, y lo normal se convierte en un estado de perfección. La alegre Midori, que aparece como contraparte de Naoko y otro amor de Watanabe, dos amores tan distintos e igual de profundos que lo pondrán en un dilema. 



El soundtrack de la obra está descrito en la misma, te hace adentrarte de lleno en todo su mundo, tan hermoso con su la variedad de canciones y libros, que te sientes ignorante de sólo leerlo, y es que Murakami no escatima nada a la hora de transmitirnos sus conocimientos culturales.
 
Si lo lees, jamás olvidarás la característica canción Norwegian Wood de The Betles, ni el japón de los años 60's donde se desenvuelve toda la historia.
 
Todo se da como escenario perfecto para que la magia de esta novela ocurra.

"Cuando uno está rodeado de tinieblas, la única alternativa es permanecer inmóvil hasta que sus ojos se acostumbren a la oscuridad". Que verdad más cierta. Tan clara.

Tantos pasajes visitados. Me siento vieja de sólo pensarlo.



 
Cuántos libros más como este volveré a leer ¡ahh! Ojalá muchos. Creo, que en mi mente hay muchas cosas volando tratando de acomodarse, en el mejor lugar, aún frescas y desconcertadas. Sensaciones defíciles de superar y una lectura que puede ser algo pesada para quienes no están acostumbrados de grandes cargas de melancolía. Cuando mis ideas estén claras, de nuevo, se vean nítidas y se animen una a una o todas a salir al mismo tiempo, les contaré más. Por lo pronto, esta entrada creo que quedará de este modo. Cada palabra es sincera. Sólo eso.
 
Una noche de inmensas emociones antes de dormir. 

miércoles, 16 de enero de 2013

Filosofía barata

Es una noche nublada y con brisa, es un mes frío, es un momento solitario, el preámbulo del nuevo pensamiento que me aborda.

A veces, como seres humanos, nos planteamos situaciones que ponen frente a un reto, donde los sentimientos de impotencia se encuentran con los de descubrirnos y mostrar lo mejor de nosotros mismos. Es elegir la manera de afrontar algo o huir, es el camino y los por qué.

Esta manera de "ver" la vida, percibirla y tomar acción siendo parte de ella, que nos distinguen de los demás, es la que me ha robado el pensamiento.

¿No han notado que el mundo se está rodeando de "romanticismo" y "fantasías"?

Todo suena mágico para el adolescente actual. No es el romanticismo lo que me molesta (del todo), es que ser "infatil", "único", "original" y "loco" es lo que está de moda. Son los "defectos" la moda.

Todos quieren dejarnos una enseñanza de cómo se debe disfrutar la vida, pero con un toque de fantasía en todo ello. En verdad, se olvidan de lo más básico, se vuelve un pensamiento ridículo y sobretodo si se insiste en ello.

Que una filosofía de vida suene poética, mística e innovadora no quiere decir que funcione o que sea real, es sólo que queremos creer que así es, en vez de abordar los problemas, realizar acciones, solucionarlos y seguir adelante, creciendo.

No es amargura, no es ataque al arte, o a la imaginación. Pero necesitamos de realismo, necesitamos también de la lógica, necesitamos tener los pies y la mente aquí y no allá.

En un mundo donde todo quiere ser surrealistas, único, infantil, loco, romántico, místico y con fantasía, no hay acciones reales, a problemas reales.

Complicar la existencia parece una característica muy humana. Volver a las cosas básicas no será el fin del mundo, ni siempre tiene que ser así, ni será el fin de la diversidad del hombre ni de su magnífica imaginación, pero insistir en darle misticismo a todo, ponerle adornos sobre adornos, para que parezca más interesante se ha vuelto muy inútil.

Problemas reales, dudas reales, pensamientos realistas, soluciones reales. Agrega arte, entretenimiento, amor y se vuelve humano. Agrega fantasía en cada palabra, querer verte interesante cada vez que abres la boca, esperar que te hace tendencia nuevamente por ser "diferente", di "así soy" y no hagas nada por arreglarlo para ti mismo, confórmate con todo lo que te digan y den. Eres entonces "demasiado humano", la versión más artificial de ti mismo.