Casa del Muffin

Este es un pequeño espacio personal, mi asilo mental; lo compartiré con ustedes, disfruten con un muffin en mano y una rica taza de té (:

jueves, 22 de noviembre de 2012

Jueves 22.

Que día, siento que nada ha salido bien hoy, me he levantado temprano y no ha quedado tiempo para las cosas reelevantes, por si fuera poco, hubo una mezcla de emociones con el comentario del maestro, me agrada que me haya hecho poner los pies en la tierra, pero no creo que haya sido una falta muy grave por el tono en que lo dijo, quizás si hubiera cerrado la boca, aunque tenía mucho por decir, no me siento ofendida, pero si intimidada.

Bahhhh.... los días así van y vienen, cuál es la novedad?

Bueno, quizás ya no me importa mucho levantarme, quizás porque no sé siquiera en qué lugar estoy. ¿Necesito de alguién más para que me lo haga saber? Porque creo que se me ha hecho muy cómodo quedarme acostada en el suelo, sí, durmiendo en el suelo, soñando en el suelo, mientras la vida pasa a mi alrededor. Quizás eso explique porqué cuando desperté, el mundo ya era otro, y me quedé en el pasado, con expectativas pasadas, mirando un presente muy raro y ajeno. Siento que volveré a caer dormida, pero no debo hacerlo, no otra vez.


Mientras tanto, un sueño de verdad, dentro de este mismo sueño, no me vendría tan mal.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Los Siete Egos


       En la hora más silente de la noche, mientras estaba yo acostado y dormitando, mis siete egos
sentáronse en rueda a conversar en susurros, en estos términos:
 
 Primer Ego: -He vivido aquí, en este loco, todos estos años, y no he hecho otra cosa que renovar
sus penas de día y reavivar su tristeza de noche. No puedo soportar más mi destino, y me rebelo.
 
Segundo Ego: -Hermano, es mejor tu destino que el mío, pues me ha tocado ser el ego alegre de
este loco. Río cuando está alegre y canto sus horas de dicha, y con pies alados danzo sus más
alegres pensamientos. Soy yo quien se rebela contra tan fatigante existencia.
 
Tercer Ego: - ¿Y de mi qué decís, el ego aguijoneado por el amor, la tea llameante de salvaje
pasión y fantásticos deseos? Es el ego enfermo de amor el que debe rebelarse contra este loco.
 
Cuarto Ego: -El más miserable de todos vosotros soy yo, pues sólo me tocó en suerte el odio y las
ansias destructivas. Yo, el ego tormentoso, el que nació en las negras cuevas del infierno, soy el que
tiene más derecho a protestar por servir a este loco.
 
Quinto Ego: -No; yo soy, el ego pensante, el ego de la imaginación, el que sufre hambre y sed, el
condenado a vagar sin descanso en busca de lo desconocido y de lo increado... soy yo, y no
vosotros, quien tiene más derecho a rebelarse.

Sexto Ego: -Y yo, el ego que trabaja, el agobiado trabajador que con pacientes manos y ansiosa
mirada va modelando los días en imágenes y va dando a los elementos sin forma contornos nuevos y
eternos... Soy yo, el solitario, el que más motivos tiene para rebelarse contra este inquieto loco.
 
Séptimo Ego: - ¡Qué extraño que todos os rebeléis contra este hombre por tener a cada uno de
vosotros una misión prescrita de antemano! ¡Ah! ¡Cómo quisiera ser uno de vosotros, un ego con un
propósito y un destino marcado! Pero no; no tengo un propósito fijo: soy el ego que no hace nada; el
que se sienta en el mudo y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras
vosotros os afanáis recreándoos en la vida. Decidme, vecinos, ¿quién debe rebelarse: vosotros o yo?
 
Al terminar de hablar el Séptimo Ego, los otros seis lo miraron con lástima, pero no dijeron nada más; y al hacerse la noche más profunda, uno tras otro se fueron a dormir, llenos de una nueva y feliz resignación.
 
Sólo el Séptimo Ego permaneció despierto, mirando y atisbando a la Nada, que está detrás de todas las cosas.

"El loco". Gibrán Jalil Gibrán

martes, 13 de noviembre de 2012

Ayuda

"Hay quienes no pueden aflojar sus propias cadenas y sin embargo pueden liberar a sus amigos".

Al fin, después de muchos malditos monólogos, me he decidido a pedir ayuda, espero que surta efecto para poder salir de este círculo vicioso que lleva reproduciéndose casi 8 años. Fue difícil tomar la decisión sobretodo cuando tienes un ego tratando de sabotearte las 24 horas del día.

P.D.
Esto también parece útil.

 ¿Cuándo debemos acudir al psicólogo?

•Cuando sintamos que la tristeza, la apatía y la falta de ilusión empiezan a agobiarnos y a emitirnos el siempre equivocado mensaje de que nuestras vidas carecen de sentido.
El negro o el gris tiñen frecuentemente nuestros pensamientos y nos vemos incapaces de encontrar algo positivo en nuestras vivencias cotidianas.
Todo a nuestro alrededor lo percibimos amenazante y nos sentimos solos, incomprendidos o desatendidos.
•Pensamos que la desgracia se ha cebado en nosotros y comenzamos a asumir que todo nos sale mal y que las cosas no van a cambiar.
•Estamos atenazados por miedos que nos impiden salir a la calle, relacionarnos con otras personas, permanecer en un sitio cerrado, hablar en público, viajar, etc.. Es decir, cuando el temor o la inseguridad nos impiden desarrollar nuestras habilidades y disfrutar de personas, animales y cosas que nos rodean.
•La obsesión por padecer graves enfermedades o contagiarnos de ellas nos lleva a conductas extrañas y repetitivas, de las que no podemos prescindir sin que su ausencia nos genere ansiedad.
•Nos sentimos "con los nervios rotos" y casi cualquier situación hace que perdamos el control y sólo sepamos responder con agresividad o con un llanto inconsolable.
•Nos damos cuenta de que fumar, beber o consumir cualquier otra droga, apostar..., se ha convertido en una adicción de la que no sabemos salir y que genera perjuicios importantes en nuestra vida o en la que de quienes nos rodean. Cuando decimos que lo tenemos controlado es quizás cuando estemos peor y necesitamos mayor ayuda.
El estrés empieza a mostrarse a través de sus síntomas psicosomáticos: insomnio, problemas digestivos, cardiovasculares, sexuales......
La ansiedad es una constante diaria, que impide la estabilidad y serenidad necesarias para mantener un pensamiento positivo, una conducta tranquila y el goce de los pequeños placeres cotidianos.
Los silencios, los desplantes o los gritos sustituyen al diálogo, y los problemas de comunicación enturbian nuestra relación con los demás.
Las dificultades sexuales afloran y vivimos la angustia que causan la impotencia, la falta de deseo o de sensaciones eróticas y, sobre todo, la imposibilidad de gozo y comunicación con la persona destinataria de nuestro amor.


Fuente: http://www.ayuda-psicologia.org/search/label/custodia


sábado, 10 de noviembre de 2012

Cartas para Claudia I

Quiero que me oigas sin juzgarme.
Quiero que opines sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí sin exigirme.
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides sin anularme.
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces sin asfixiarme.
Quiero que me animes sin empujarme.
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas sin mentiras.
Quiero que te acerques sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten.
Quiero que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que HOY cuentas conmigo...
Sin condiciones.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Monólogo

   Se encontraba a cinco metros de distancia. Pláticas, miradas, dibujos; nada de eso importaba realmente ahora, porque él tenía un arma apuntando a su cabeza, a la vista de quien pudiera estar allí, si para su suerte, la escuela no hubiera quedado vacía, a excepción de ellos dos. La respiración era ligera, y el aire pesado.

   -Recítame un monólogo... de por qué no debo matarte- sus palabras eran firmes, sin molestos nudos de la garganta de culposos sentimientos; y sus pies, estaban bien plantados en el suelo. Nunca perdía la postura, o al menos, ella nunca lo vio perderla. 

   Era en verdad, un suceso inesperado, pero se quedó quieta, como un niño perdido que no quiere que vean detrás de sus miradas dudosas, cuando la calle le parece desconocida, y si muestra terror, si hace evidente su miedo, se expone débil como es, y le pueden dañar. Claro que ella no pensó en todo eso, era una práctica que hacía todo el tiempo, cuando por tonta se extraviaba.

   Lo miró a los ojos, en ningún momento le quitó la mirada fija y penetrante, como si tratara de ver detrás de sus acciones, y de las palabras. Debajo de esas pobladas cejas había...

   Preparó el arma, un sonido que haría correr a cualquiera, pero este no fue el caso. Era el reto evidente. Era la realidad golpeando a su cara.

   - Qué debería hacer... si mis piernas no se mueven. Podría correr ahora, y me dispararías. O podría dar un par de pasos hacia ti, y tratar de convencerte de bajar el arma. Pero veo en tus ojos tantas dudas y miedo como en los míos, tanto temor. Temor a la vida. Porque ese miedo que sentimos se ha vuelto mutuo, eso nos une ahora, la duda de huir o enfrentarme, de disparar o no hacerlo, eso lo sentimos ahora, y estando en vida. Pero si me disparas, eso ya no importará, y el miedo y mis dudas se habrán esfumado. Pero tú, tú te quedas en vida. Y es ahora  cuando siento compasión, no por lo que vas a hacer, sino por lo que vas a sentir. Después de matarme, después de la duda, después de la culpa, después y a partir de mí. Sin embargo, sigo aquí sin poder moverme, porque mis piernas ya no me responden, así que mi vida ya no depende de mí.

   Y es curioso, porque esta historia puede tener dos finales. En ambos, ve la humanidad y el desinterés de querer vivir. En uno, muere en cuerpo, y en el otro muere en mente.

.